La irrupción de la violencia que culminó con una tremenda masacre en 2002 destruyó el proyecto de vida de todo un pueblo que vivía holgadamente de la agricultura y muy especialmente del cultivo y procesado de tabaco. La llegada de grupos armados sometió a su población a una presión difícilmente soportable que acabaría poniendo los muertos o teniendo que huir y desplazarse.
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El Salado nunca más
Las masacres ocurridas en la guerra colombiana forman parte de la memoria del conflicto y los niveles de crueldad exhibidos en ellas una de las caras más tenebrosas del mismo. El pueblo de El Salado, a apenas tres horas de la turística Cartagena de Indias, vivió una de las más terribles. He podido ir allí en dos ocasiones. Esta es la primera de mis crónicas que recuerda aquellos hechos y como hoy, 16 años después del horror, los saladeros siguen tratando de recobrar la normalidad y de superar o convivir con un trauma que marcó sus vidas para siempre. Sigue leyendo
La masacre de San José de Apartadó en el recuerdo
Siete años después de haberla visitado por primera vez, regresé a la comunidad de Paz de San José de Apartadó. Lo hice para conmemorar un triste aniversario; los 10 años de la masacre que terminó con la vida de ocho miembros de esta comunidad, entre ellas tres niños asesinados con una crueldad extrema. La barbarie cometida por militares del Ejército colombiano con el apoyo de grupos paramilitares pretendía acabar con esta experiencia de resistencia a la guerra. No lo consiguieron. El mes próximo celebrarán su mayoría de edad, 18 años de vida como organización que no admite a ningún actor armado en su territorio. Sigue leyendo
Padre Antún: «Nos quieren desarraigar del territorio»
El Padre Antún Ramos, de la comprometida Diócesis de Quibdó, en el Chocó, nunca olvidará aquel dos de mayo de 2002 en el que un proyectil lanzado por las FARC cayó en el altar de su iglesia y mató a 79 personas, en su mayoría mujeres y niños. Él también se encontraba en el templo y de alguna manera se convirtió en el héroe que, gracias a su sangre fría, consiguió evacuar al resto de la población para ponerlos a salvo de los intensos combates entre la guerrilla y los paramilitares. Doce años después de la masacre, el religioso trabaja en la sencilla parroquia del Barrio de Buenos Aires, en la capital chocoana de Quibdó. Hablé con él sobre las secuelas de aquella masacre y la situación de Bojayá hoy.
Bojayá, ni justicia ni reparación
María Eugenia Panero sueña con regresar algún día al pueblo de Bellavista, la tierra sana y bonita que dice había sido antes de la masacre ocurrida el dos de mayo de 2002 y a la cual sobrevivió. “Me gustaría un Chocó libre de violencia, que tuviéramos una paz espectacular donde arregláramos los problemas con el diálogo, que una pudiera moverse para cualquier parte sin temor a que alguien le pueda estar esperando para hacerle una maldad, que nuestros hijos salieran de casa y tuviera la certeza como madre que van a regresar, que la gente muriera de vieja o de enfermedades naturales, no de violencia. Quiero un Chocó donde seamos humildes y que aun siendo pobres no perdamos nuestra cultura ni nuestra identidad” me dice emocionada. Sigue leyendo
Bojayá, doce años después
Desembarqué en Bellavista, en la nueva ciudadela que el Estado construyó hace unos años para reubicar a parte de los y las supervivientes de la masacre de Bojayá. El viaje había durado tres horas en lancha desde Quibdó, capital del Chocó, por las aguas del inmenso río Atrato que sigue su camino hasta el mar Caribe. El nuevo pueblo está ubicado a sólo un kilómetro del que fue arrasado el dos de mayo de 2002 por los combates entre la guerrilla de las FARC y los paramilitares. Aquel día un explosivo lanzado por la guerrilla cayó en el altar de la iglesia matando a 79 de las cuatrocientas personas que allí se habían refugiado. La mayoría de las víctimas fueron niños y niñas. El impacto de la masacre en la población fue traumático y las secuelas de aquel horror son todavía muy visibles, pero aun así la gente trata de salir adelante. Sigue leyendo
Dos de mayo en Bojayá
Fueron 79 las personas masacradas – 49 de ellas niños y niñas – y un centenar las personas heridas. Todas ellas se habían refugiado en la iglesia para protegerse de los combates entre guerrilla y paramilitares, pero un cilindro bomba lanzado por las FARC cayó directamente en el altar del templo, precisamente donde se encontraban los niños, las niñas y las mujeres embarazadas. Ayer regresé de Bellavista, en el municipio de Bojayá. Lo hice bastante conmovido la verdad. El dos de mayo se conmemoraba en esta localidad del departamento del Chocó situada a orillas del río Atrato el décimo segundo aniversario de ese horror, de la conocida como masacre de Bojayá. Un día donde el dolor de toda una comunidad revive con un sentido difícil de describir.