Padre Antún: «Nos quieren desarraigar del territorio»

El Padre Antún Ramos en su parroquia del barrio de Buenos Aires, en Quibdó. Foto: Javier Sulé

El Padre Antún Ramos en su parroquia del barrio de Buenos Aires, en Quibdó. Foto: Javier Sulé

El Padre Antún Ramos, de la comprometida Diócesis de Quibdó, en el Chocó, nunca olvidará aquel dos de mayo de 2002 en el que un proyectil lanzado por las FARC cayó en el altar de su iglesia y mató a 79 personas, en su mayoría mujeres y niños. Él también se encontraba en el templo y de alguna manera se convirtió en el héroe que, gracias a su sangre fría, consiguió evacuar al resto de la población para ponerlos a salvo de los intensos combates entre la guerrilla y los paramilitares. Doce años después de la masacre, el religioso trabaja en la sencilla parroquia del Barrio de Buenos Aires, en la capital chocoana de Quibdó. Hablé con él sobre las secuelas de aquella masacre y la situación de Bojayá hoy.

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Bojayá, ni justicia ni reparación

Niños jugando a fútbol en Bellavista Nuevo. Foto: Javier Sulé

Niños jugando a fútbol en Bellavista Nuevo. Foto: Javier Sulé

 María Eugenia Panero sueña con regresar algún día al pueblo de Bellavista, la tierra sana y bonita que dice había sido antes de la masacre ocurrida el dos de mayo de 2002 y a la cual sobrevivió. “Me gustaría un Chocó libre de violencia, que tuviéramos una paz espectacular donde arregláramos los problemas con el diálogo, que una pudiera moverse para cualquier parte sin temor a que alguien le pueda estar esperando para hacerle una maldad, que nuestros hijos salieran de casa y tuviera la certeza como madre que van a regresar, que la gente muriera de vieja o de enfermedades naturales, no de violencia. Quiero un Chocó donde seamos humildes y que aun siendo pobres no perdamos nuestra cultura ni nuestra identidad” me dice emocionada. Sigue leyendo

Bojayá, doce años después

Memorial por las víctimas de la masacre de Bojayá, Bellavista Nuevo. Foto Javier Sulé

Memorial por las víctimas de la masacre de Bojayá, Bellavista Nuevo. Foto Javier Sulé

Desembarqué en Bellavista, en la nueva ciudadela que el Estado construyó hace unos años para reubicar a parte de los y las supervivientes de la masacre de Bojayá. El viaje había durado tres horas en lancha desde Quibdó, capital del Chocó, por las aguas del inmenso río Atrato que sigue su camino hasta el mar Caribe. El nuevo pueblo está ubicado a sólo un kilómetro del que fue arrasado el dos de mayo de 2002 por los combates entre la guerrilla de las FARC y los paramilitares. Aquel día un explosivo lanzado por la guerrilla cayó en el altar de la iglesia matando a 79 de las cuatrocientas personas que allí se habían refugiado. La mayoría de las víctimas fueron niños y niñas. El impacto de la masacre en la población fue traumático y las secuelas de aquel horror son todavía muy visibles, pero aun así la gente trata de salir adelante.  Sigue leyendo

Dos de mayo en Bojayá

Conmemoración de los 12 años de la masacre de Bojayá, en el Chocó. Foto Javier Sulé

Conmemoración de los 12 años de la masacre de Bojayá, Chocó. Foto Javier Sulé

Fueron 79 las personas masacradas – 49 de ellas niños y niñas – y un centenar las personas heridas. Todas ellas se habían refugiado en la iglesia para protegerse de los combates entre guerrilla y paramilitares, pero un cilindro bomba lanzado por las FARC cayó directamente en el altar del templo, precisamente donde se encontraban los niños, las niñas y las mujeres embarazadas. Ayer regresé de Bellavista, en el municipio de Bojayá. Lo hice bastante conmovido la verdad. El dos de mayo se conmemoraba en esta localidad del departamento del Chocó situada a orillas del río Atrato el décimo segundo aniversario de ese horror, de la conocida como masacre de Bojayá. Un día donde el dolor de toda una comunidad revive con un sentido difícil de describir.

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