Chaín, el pescador de muertos

Chaín '"el mago' el sepulturero del pueblo de Satinga. enterró a más de 100 cadáveres que él mismo recogía en el río. Foto: Javier Sulé

Chaín ‘»el mago’ el sepulturero del pueblo de Satinga. enterró a más de 100 cadáveres que él mismo recogía en el río. Foto: Javier Sulé

La Delegación de la Cruz Roja Internacional (CICR) me recogió por la mañana en el aeropuerto de Tumaco, al sur de Colombia. Al día siguiente saldríamos en lancha hacia Bocas de Satinga, un municipio perdido de la costa pacífica en el departamento de Nariño al que sólo es posible llegar por vía fluvial y donde el CICR iba a inaugurar la nueva morgue. Allí conoceríamos al sepulturero del pueblo ‘Chaín, el mago’, que durante años se dedicó a enterrar a los muertos que bajaban flotando por el río Patía y que él mismo recogía.

El CICR nos pone primero en situación: Tumaco es la ciudad con la tasa de homicidios más elevada del país y el primer municipio cocalero de Colombia. La presencia de ‘los Rastrojos‘ y de ‘los Urabeños‘, los dos grupos armados narcoparamilitares que tienen ahora en jaque al país, tienen la culpa. También la guerrilla de las FARC que se asienta en los alrededores. La prensa colombiana especula incluso con la posibilidad que exista una alianza entre ‘los Rastrojos’ y las FARC con el fin de garantizar la cosecha y el transporte de la Coca. La guerrilla lo ha negado. El ambiente en Tumaco es pesado, aunque cuenta con una zona agradable y tranquila; la del Morro, con bonitas playas, bares de copas y buen marisco para comer.

Para llegar a Satinga era necesario entrar primero en el Océano Pacífico y adentrarse después por el entramado de desembocaduras que forman los ríos Sanquianga, Satinga y el Patía. Deberemos dar una vuelta mayor a la prevista porque el CICR tiene información de la existencia de un retén de ‘los Rastrojos’ en el trayecto. La Cruz Roja, aunque suele ser respetada por todos los actores armados, prefiere en este caso evitar males mayores. ‘Los Rastrojos’ son bastante agresivos en el trato. Con quién sí nos encontramos a la vuelta fue con un grupo de las FARC, cuya presencia en el río también es notable. No nos hicieron parar, tan sólo un gesto amistoso para que continuáramos el viaje. La cruz Roja nos prohíbe por cuestiones de seguridad hacer fotos en buena parte del recorrido.

51 cadáveres NN

El cementerio de Bocas de Satinga queda en pleno centro del pueblo. Ahí nos espera Chaín, el sepulturero, un personaje macondiano que pareciera sacado de una novela de García Márquez. Nos recibe con sus inseparables herramientas de trabajo; unas tijeras de sastre y un afilado cuchillo. Lo primero que me muestra es la tumba de su madre. “Yo tenía tres años cuando mi papá se fue de casa en busca de oro. Cada vez que regresaba dejaba embarazada a mi mamá. Así le hizo siete hijos, pero ella nunca se enamoró de otro hombre. Fuimos 12 hermanos”, me cuenta.

 Entre tumbas y panteones, Chaín me lleva hasta las fosas con cadáveres enterrados sin identificar y marcados como NN. Hay un total de 51. La mayoría son muertos que bajaron flotando por el río Patía. Chaín los pescaba y les daba cristiana sepultura. “A mi me da tristeza ver un cadáver bajando por el río. Hubo un tiempo que dependiendo de las corrientes llegaban hasta dos cadáveres diarios. La mayoría eran campesinos que asesinaban los actores armados», me dice.

Vea en este vídeo un fragmento del testimonio de Chaín

Con Chaín paseamos por las calles de viviendas palafíticas de Satinga mientras me cuenta cómo este pueblo floreció gracias al dinero de la coca. Con ella llegaron la guerrilla y los paramilitares, en definitiva la guerra. Era 1986 y en la región todo el mundo abandonó la agricultura para ponerse a sembrar coca. La peor época fue de principios del 2000 cuando el pueblo estuvo en manos de los paramilitares. “Controlaban las zonas comerciales, los bares, las discotecas y las casas de cita. Ellos mandaban y hacían lo que les daba la gana, mataban al que fuera”, me recuerda. 

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Satinga lleva unos años en relativa calma. El Ejército tomó el control. Con Álvaro Uribe de presidente arreciaron las fumigaciones aéreas para erradicar la coca y más tarde las erradicaciones manuales. “Ahí se vino la pobreza y se hizo la matanza. La situación fue complicada porque la gente siguió sembrando”, me lamenta Chaín.

El recorrido por el pueblo lo acabamos en la precaria casa de madera de Chaín, Allí me cuenta que a los 14 años ya sabía arreglar cadáveres,que antes había sido sastre, lo que le sirvió para saber coserlos y que heredó el oficio de su abuelo quien le decía que hasta el peor enemigo merecía una sepultura digna. También me mostró orgulloso el reportaje que recientemente le hizo el periodista Alfredo Molano y se publicó en el Espectador. Por qué le llaman ‘Chaín el mago’, le pregunto para acabar. Es una larga historia, me contesta. “Mi papá – continúa – era brujo y yo le robé a él un libro que se llamaba así, Chaín el mago, y de ahí saqué muchas enseñanzas”.

12 comentarios en “Chaín, el pescador de muertos

  1. Muchas gracias Diana¡ La verdad es que uno en Colombia se encuentra con historias duras y con historias maravillosas todos los días. Y las duras suelen ser muy duras, inimaginables a veces, pero están ahí y es bueno hacer saber que pasan.
    Un abrazo

  2. Javi,cada artículo de tus viajes colombianos es puro periodismo, y del bueno. Gracias por tu isla fantástican en medio de un oceano de tanta confusión mediática.

    • Muchísimas gracias por el elogio. De hecho siempre nos dijeron que el periodismo era tan sólo ir, ver y contar, pero si es verdad que por desgracia el periodista cada vez pisa menos el terreno y muchas veces es por falta de medios.
      Un abrazo

  3. Pingback: Una morgue para Satinga | Colombia, guerra y paz

  4. Hola, muy buenas tardes. Me interesa mucho esta historia. Quisiera saber si es posible tener acceso a más información o ponerme en contacto con el realizador. Soy antropólogo y trabajo temas relacionados…Muchas gracias y felicitaciones por este acercamiento de vida en medio de relatos de muerte.

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